lunes, 2 de septiembre de 2013

farolas LED vs Vapor de Sodio

Las lámparas de vapor de sodio que tiñen la noche de la gran mayoría de ciudades con su irritante color anaranjado tienen los días contados. Una nueva generación de dispositivos de iluminación con tecnología LED de alumbrado público de alta eficiencia, cambiarán por completo la imagen nocturna de nuestras ciudades con una luz mucho más blanca y natural que colaborará a minimizar las consecuencias de la contaminación lumínica por el resplandor difuso de la bóveda celeste.

El uso predominante de las actuales farolas de vapor de sodio, tanto de alta como de baja presión, se debe principalmente a sus 24.000 horas de vida útil y a la eficiencia luminosa de estas lámparas capaz de convertir cada vatio en una cantidad que oscila entre los 130 y 170 lúmenes. Las lámparas de vapor de sodio a alta presión o SAP es una de las más utilizadas en alumbrado público ya que, a pesar de su característico color anaranjado, ofrece una mejor reproducción cromática con respecto a las de baja presión.

Diferenciación entre lámparas de Vapor de Sodio y LED


Con la evolución de la iluminación con tecnología LED se ha conseguido cuadruplicar la vida operativa de las lámparas de vapor de sodio utilizadas en la iluminación de viales y calles, minimizando considerablemente el gasto y el coste de mantenimiento del sistema de alumbrado público ordinario. Por otro lado, las lámparas LED tienen mayor robustez mecánica al carecer de cebadores, filamentos o balastos, que convierten esta fuente luminosa en el sustituto ideal para las lámparas de sodio. La fiabilidad técnica, el bajo mantenimiento y la facilidad de encendido son algunos de los aspectos valorados por urbanistas de todo el mundo, que cada vez más apuestan por esta tecnología. Pero quizá la característica más representativa de las lámparas LED sea la mejor reproducción cromática de la fuente luminosa, que aporta una luz blanca, brillante y natural sin penalizar el consumo energético.

La vida operativa de un módulo LED se estima en unas 50.000 horas. Es decir, una luminaria urbana que permanece encendida 8 horas al día tiene una durabilidad media superior a los 17 años de uso. Pero otro aspecto técnico interesante reside en la emisión de luz monodireccional del módulo LED, reduciendo significativamente la luz reconducida por la parábola luminosa, consiguiendo un coeficiente de luz útil superior al 77 por ciento de la luz emitida. Lo que significa que una luminaria LED de menor capacidad de producción de lúmenes por vatio aporta un mayor flujo de luz aprovechable en el cono de proyección  iluminación útil  que otras fuentes de luz.
Como dato: la ciudad de Los Ángeles acaba de concluir un programa de renovación del sistema de alumbrado público que planteaba la sustitución de un total de 140.000 farolas por luminarias con tecnología LED de alta eficiencia. Esta operación, iniciada hace cuatro años con la participación de empresas como Cree, Hadco y Leotek, supondrá un ahorro energético de unos 10 millones de dólares al año y una reducción de las emisiones estimada en unas 40.500 toneladas.


Aspecto de las actuales farolas LED

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